De nuevo aquella sensación de encontrarse; de hablar, de reír, llorar, gritar, soñar y tratar de no amar; de nuevo ese aire de nostalgia, un aire que recorre tu cuerpo poco a poco que invade tu ser hasta lo más onde de tu alma; de nuevo ese viento que hela tus recuerdos más preciados junto a él, que golpea la ventana y te hace confiar y dudar de lo que en vedad sientes, de quien eres quien fuiste y quien serás; y sin embargo… sales a la puerta de esa casa; aquella casa que alguna ves lo vio entrar, pero nunca pudo recordar; el viento es muy fuerte y tu cabello se revuelve, cuidas hasta el más efímero detalle; desde la manea en que sujetas tu cabello, hasta el frío de tu corazón, que por nada debe de volver a amar, de no caer en aquel juego fugaz.
Pasas frente a las casas sólidas y rígidas, con paso lento pero firme, donde los que habitan su interior son verdaderos espectadores de una falsa realidad; sus conversaciones llanas y efímeras llegan hasta tus oídos pero no penetran en tu conciencia, te hallas demasiado absorta en tus propios pensamientos que la realidad que perciben tus ojos y oídos parece una película vieja de antaño que ni siquiera te molestas en contemplar, perdiendo así todo sentido de la realidad; volviéndote un actor que contempla la obra desde la butaca en un escenario completamente vacío. Al llegar a una esquina sabes que no debes seguir caminando, un poco de esa vida banal de nuevo vuelve a entrar a ti; debes abordar un autobús, tienes que esperar con los mismos pensamientos de nostalgia que antes, los mismos recuerdos que llegan a tu mente pero que sigues sin recordar, transformándose solo en sensaciones de vivencias muertas; al subir al autobús la mirada indiferente del conductor pasa ligeramente por tu mente llamándote insignificantemente la atención, aquella mirada fría y solitaria, que vive para trabajar y trabaja para vivir sin nada más en su voluntad; observas a los pasajeros, cada uno construyendo su realidad al borde de la demás, cada uno con sus problemas y aflicciones, reacciones y sensaciones; la anciana que miran por la ventana al cielo, en busca de aquellos recuerdos de la juventud perdida y la muerte cercana que la hacen elevar plegarias a un Dios por la salvación de su alma; una madre en el asiento contiguo con dos pequeños que no logra controlar, una madre desesperada y apesadumbrada por la carga tan llena de ilusión que ha de llevar; y atrás dos novios que se besan, se miran fijamente y no se quieren soltar; sigues caminando hacia un asiento, ya no quieres recordar, es ahora cuando los verdaderos nervios te invaden y tu corazón tiembla aun más que tu alma misma; miras por la ventana y ves los autos pasar, los edificios que se alzan sólidos y soberbios, donde las relaciones humanas son sustituidas por diferentes tipos de imitación de calidez; los árboles parecen desmoronarse con el aire, sus hojas se desprenden y caen en espiral sobre el pasto de unos cuantos cruceros, donde las indígenas sin más que ilusiones en las bolsas que cargan y ofrecen salen a vender a los automovilistas que hacen alto en el semáforo antes de llegar, el único semáforo que has de pasar, donde ves a la gente apurada y presurosa siempre por querer llegar a algún lugar; de nuevo dejas todo la realidad que has venido observando y miras con la vista perdida y desinteresada al frente, como si por un momento tu esencia misma abandonara un cuerpo inerte; aun así la mente es caprichosa y no te dejara en paz, sigues temiendo y dudando, queriendo llorar y reír de nervios; no es por el hecho de encantarle o no hallarle en el lugar citado, sino por querer sentir y no sentir, crees que es un juego, un juego cruel del destino y nada más; pero aún no sabes hasta donde lo permitirás, temes al querer y al olvidar, al apartarte de los demás o al hundirte en su misma miseria y desolación, ya no puedes más y crees que pronto te derrumbaras; sin embargo has llegado al punto donde debes llegar, te levantas del asiento y miras alrededor, dos personas se han bajado y ni siquiera te pudiste percatar, sin embargo eso es lo de menos en tu situación actual, aun estas a tiempo de no llegar, de inventar una escusa y dar marcha atrás; y pese a ello sabes que no lo querrás; te bajas con cuidado para no tropezar, lo ves en la parada y quieres llorar, le abrazas fuertemente, le tomas de la mano, y le dices papá y de nuevo no sabrás que pasará…
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Ejemmm Fleliz cumpleaños padre.... el 25 cumplio años mi padre y como de costumbre se puso de huraño y nada.. fui la unica que se acordo y le di unos chocolates de esos de 5 po $2 y aun asi me los rechazó... Es tan ermitaño.. y bueno tiene concepciones raras sobre la vida, lo quiero mucho pero tambien me ha hecho mucho daño xD así que me limito esta ves....