-¿De nuevo tu? Pareces plaga.
-No es verdad... tanbien te he ayudado.
-¿Si? Solamente dándome problemas con Aeren
-¡Tu te los has buscado! en fin... me marcho, solo esperaba que…
-Vaya al fin una decisión acertada por tu parte.
-¡Solo quería que me escucharas! En fin siempre termina siendo al revés. A es verdad Rei te espera en el centro de mando. Me largo...
Esa tarde debí haberme quedado con Araziel, en verdad necesitaría de mi apoyo pero… El enojo, la ira, tristeza y desden infinito hacia mi propia vida, penetraron tanto en mi ser que no preste atención al propio sufrimiento de quien fuese mi más grande protector en ese entonces. Aeren había muerto, y Rei era la encargada de comunicarle la noticia a su único hijo, quien fue su más grande y único amor por 22 años. El desconsuelo y la pena infinita invadieron esa tarde y por mucho tiempo más el espíritu de Araziel, albergando en su corazón sentimientos de melancolía, nostalgia y desdicha; en el momento en el que me entere de la noticia supe que Araziel ya se encontraba muy lejos. Se perdió por completo durante tres años de todos los que le conocíamos en lo que quedaba de territorio terrestre; tierra que Aeren se había encargado de destruir poco a poco como a su propia alma, no solo por los propios problemas que la misma Tierra venia presentando desde la ultima lucha contra los Malawaunt, tanbien por que por la propia mano del hombre venia decayendo desde hacía mucho, haciendo que el sol se saliera de su orbita, teniendo que hacer múltiples intentos por preservar la vida; parecía que no iba a resistir más sin embargo los arcángeles en ese entonces se encargaron de ayudar un poco en la preservación de la misma; el ego, ambición y maldad de Aeren hicieron que cada ves más la tierra sin importar las condiciones que presentaba fuera declinandose aun más. Aeren, no era buena, aun me pregunto si tenía rasgos humanos, tampoco era un buen demonio; nunca fue nada, ni siquiera en el momento de su muerte en una de sus luchas por robar el sol de los Malawaunt en la galaxia 15 lejos de la tierra muy cerca de lo que buscaba. Araziel había heredado mucho de su madre y nada de su padre a quien ni siquiera llegó a conocer pues el egoísmo de Aeren hizo que nunca se supiera el origen del padre mucho menos de quien se trataba. Una noche entre la bruma espesa de una ciudad desabitada y en ruinas fue que me tope de nuevo con Araziel, sus ojos eran inexpresivos, sus rasgos se habían endurecido y sin embargo al verlo de frente volvió a él aquella vieja mirada llena de iluso sentimentalismo y su calidez al estrecharme fuertemente con su cuerpo fue tan intensa que pude saber de inmediato que su parte humana aun no había muerto.
-¿Qué estas haciendo aquí pequeña Mirke?
-Vine a ver si por este territorio aun hay sobrevivientes del ultimo ataque, ya veo que solo uno y que aun esta muy herido…
-¿Qué ha sido de la comandante y los sobrevivientes?
-Aun viven, creo que deberías hacerlo tu tanbien.
-¿Para qué? ¿Para luchar por el ultimo sol en orbita?
-No, no solo por eso, por ti, por quien eres, y quien querías ser.
-No quiero ser nadie, ya me canse.
De igual manera yo estaba cansada, cansada de esa situación de tensión contra las demás galaxias por aquellas estrellas muertas que nos mantenían vivos… sin embargo Araziel y Rei eran los ultimos de su descendencia, una mezcla rara entre ángel y demonio; es por ello que sigo sin saber por que hace tiempo pese a sus instintos me había cuidado con tanta calma y esmero; incluso después de que lo hiriera con la espada atravesando su pecho y dejándolo marcado de por vida, una cicatriz más allá de la piel, mas allá de lo físico y terrenal, una historia vieja e irrepetible, sin importar que aun le siguiere amando. En ese momento lo tome del brazo y lo lleve directamente a la base, fue algo extraño proteger de si mismo a quien antes me había protegido de él mismo, nunca tuvo intención de herirme aunque su naturaleza así se lo mandara; como hijo de Aeren conservó su reputación de insensible, y pernicioso a todo aquel que mantuviera relación cualquiera con él, razón por la cual Rei había mantenido mucha distancia. Ardía en fiebre y a cada momento palidecía más. Una ves en la base enfermeras, médicos y uno que otro ángel curioso y perdido se acercaron a atenderle, muy pronto se recuperó y dejo atrás cualquier malestar físico, sin embargo su mente, alma y corazón estaban aun más heridos que la tarde en que yo quería que me escuchara. Quería que supiera que no solo Aeren había muerto, sino tanbien toda mi raza, los Imperia, pocos humanos guerreros que aun sobrevivían; ese día no pude ir a combatir por ayudar a Rei con las estrategias para el próximo ataque, sin embargo... yo estaba más sola que él, pues ya no me tenía ni a mi misma. Vivir para sobrevivir era algo cansado y desgastante. Cuando Araziel abrió los ojos después del cedante aplicado me miro penetrantemente, se levantó de la cama, tomó sus armas y se dirigió hacia donde se hallaba Rei, tomo una daga y la clavo justo en su yugular, limpio delicadamente la sangre; al tiempo que ella caía, se volvió hacia mi que lo había seguido hasta el centro de mando y me dijo con vos quebrada pero férrea y firme:
-Rei es quien ha acabado con tu raza.-
Ella estaba de acuerdo con Aeren para aniquilar a los restantes de la raza inferior Imperia, pero el plan se saliò de control y su madre junto con los de mi sangre…
No sólo Rei murio ese día, sino que con su muerte Araziel había matado tanbien una parte de mi, la parte que confiaba en el ciegamente, la que lo protegía y la que lo amaba; tome de nuevo mi espada como aquella noche en que lo marque y abalanzando sobre él volví a herirle el pecho abriendo de nuevo su cicatriz, me preguntaba ¿por qué?, ¿por qué no me lo dijo antes?, ¿por qué no lo evito?, tantas interrogantes al aire que le grité al tiempo que lo atacaba con múltiples golpes que el sabía muy bien esquivar después de haber sido mi maestro en las artes de la guerra. Y después de verme agotada sin alientos, con la cara llena no solo de lagrimas, sino de su sangre derramada, me volvió a abrazar, me beso delicadamente como la primera ves que lo había hecho y con su vos dulce, tierna y sutil murmuro… “No se ha terminado, aun quedan millones de soles por conquistar, pero ahora nos toca separarnos” Desde aquel día miro el sol de frente, cómo el lo miraba en el tiempo en el que huyó, ya no lo culpo, pero aun sigo sola sin encontrarme, buscando terminar mi preparación para poder tener las fuerzas de seguir conquistando y luchando por lo que queda de la tierra. Aquí termina la vida y empieza la supervivencia.
-No es verdad... tanbien te he ayudado.
-¿Si? Solamente dándome problemas con Aeren
-¡Tu te los has buscado! en fin... me marcho, solo esperaba que…
-Vaya al fin una decisión acertada por tu parte.
-¡Solo quería que me escucharas! En fin siempre termina siendo al revés. A es verdad Rei te espera en el centro de mando. Me largo...
Esa tarde debí haberme quedado con Araziel, en verdad necesitaría de mi apoyo pero… El enojo, la ira, tristeza y desden infinito hacia mi propia vida, penetraron tanto en mi ser que no preste atención al propio sufrimiento de quien fuese mi más grande protector en ese entonces. Aeren había muerto, y Rei era la encargada de comunicarle la noticia a su único hijo, quien fue su más grande y único amor por 22 años. El desconsuelo y la pena infinita invadieron esa tarde y por mucho tiempo más el espíritu de Araziel, albergando en su corazón sentimientos de melancolía, nostalgia y desdicha; en el momento en el que me entere de la noticia supe que Araziel ya se encontraba muy lejos. Se perdió por completo durante tres años de todos los que le conocíamos en lo que quedaba de territorio terrestre; tierra que Aeren se había encargado de destruir poco a poco como a su propia alma, no solo por los propios problemas que la misma Tierra venia presentando desde la ultima lucha contra los Malawaunt, tanbien por que por la propia mano del hombre venia decayendo desde hacía mucho, haciendo que el sol se saliera de su orbita, teniendo que hacer múltiples intentos por preservar la vida; parecía que no iba a resistir más sin embargo los arcángeles en ese entonces se encargaron de ayudar un poco en la preservación de la misma; el ego, ambición y maldad de Aeren hicieron que cada ves más la tierra sin importar las condiciones que presentaba fuera declinandose aun más. Aeren, no era buena, aun me pregunto si tenía rasgos humanos, tampoco era un buen demonio; nunca fue nada, ni siquiera en el momento de su muerte en una de sus luchas por robar el sol de los Malawaunt en la galaxia 15 lejos de la tierra muy cerca de lo que buscaba. Araziel había heredado mucho de su madre y nada de su padre a quien ni siquiera llegó a conocer pues el egoísmo de Aeren hizo que nunca se supiera el origen del padre mucho menos de quien se trataba. Una noche entre la bruma espesa de una ciudad desabitada y en ruinas fue que me tope de nuevo con Araziel, sus ojos eran inexpresivos, sus rasgos se habían endurecido y sin embargo al verlo de frente volvió a él aquella vieja mirada llena de iluso sentimentalismo y su calidez al estrecharme fuertemente con su cuerpo fue tan intensa que pude saber de inmediato que su parte humana aun no había muerto.
-¿Qué estas haciendo aquí pequeña Mirke?
-Vine a ver si por este territorio aun hay sobrevivientes del ultimo ataque, ya veo que solo uno y que aun esta muy herido…
-¿Qué ha sido de la comandante y los sobrevivientes?
-Aun viven, creo que deberías hacerlo tu tanbien.
-¿Para qué? ¿Para luchar por el ultimo sol en orbita?
-No, no solo por eso, por ti, por quien eres, y quien querías ser.
-No quiero ser nadie, ya me canse.
De igual manera yo estaba cansada, cansada de esa situación de tensión contra las demás galaxias por aquellas estrellas muertas que nos mantenían vivos… sin embargo Araziel y Rei eran los ultimos de su descendencia, una mezcla rara entre ángel y demonio; es por ello que sigo sin saber por que hace tiempo pese a sus instintos me había cuidado con tanta calma y esmero; incluso después de que lo hiriera con la espada atravesando su pecho y dejándolo marcado de por vida, una cicatriz más allá de la piel, mas allá de lo físico y terrenal, una historia vieja e irrepetible, sin importar que aun le siguiere amando. En ese momento lo tome del brazo y lo lleve directamente a la base, fue algo extraño proteger de si mismo a quien antes me había protegido de él mismo, nunca tuvo intención de herirme aunque su naturaleza así se lo mandara; como hijo de Aeren conservó su reputación de insensible, y pernicioso a todo aquel que mantuviera relación cualquiera con él, razón por la cual Rei había mantenido mucha distancia. Ardía en fiebre y a cada momento palidecía más. Una ves en la base enfermeras, médicos y uno que otro ángel curioso y perdido se acercaron a atenderle, muy pronto se recuperó y dejo atrás cualquier malestar físico, sin embargo su mente, alma y corazón estaban aun más heridos que la tarde en que yo quería que me escuchara. Quería que supiera que no solo Aeren había muerto, sino tanbien toda mi raza, los Imperia, pocos humanos guerreros que aun sobrevivían; ese día no pude ir a combatir por ayudar a Rei con las estrategias para el próximo ataque, sin embargo... yo estaba más sola que él, pues ya no me tenía ni a mi misma. Vivir para sobrevivir era algo cansado y desgastante. Cuando Araziel abrió los ojos después del cedante aplicado me miro penetrantemente, se levantó de la cama, tomó sus armas y se dirigió hacia donde se hallaba Rei, tomo una daga y la clavo justo en su yugular, limpio delicadamente la sangre; al tiempo que ella caía, se volvió hacia mi que lo había seguido hasta el centro de mando y me dijo con vos quebrada pero férrea y firme:
-Rei es quien ha acabado con tu raza.-
Ella estaba de acuerdo con Aeren para aniquilar a los restantes de la raza inferior Imperia, pero el plan se saliò de control y su madre junto con los de mi sangre…
No sólo Rei murio ese día, sino que con su muerte Araziel había matado tanbien una parte de mi, la parte que confiaba en el ciegamente, la que lo protegía y la que lo amaba; tome de nuevo mi espada como aquella noche en que lo marque y abalanzando sobre él volví a herirle el pecho abriendo de nuevo su cicatriz, me preguntaba ¿por qué?, ¿por qué no me lo dijo antes?, ¿por qué no lo evito?, tantas interrogantes al aire que le grité al tiempo que lo atacaba con múltiples golpes que el sabía muy bien esquivar después de haber sido mi maestro en las artes de la guerra. Y después de verme agotada sin alientos, con la cara llena no solo de lagrimas, sino de su sangre derramada, me volvió a abrazar, me beso delicadamente como la primera ves que lo había hecho y con su vos dulce, tierna y sutil murmuro… “No se ha terminado, aun quedan millones de soles por conquistar, pero ahora nos toca separarnos” Desde aquel día miro el sol de frente, cómo el lo miraba en el tiempo en el que huyó, ya no lo culpo, pero aun sigo sola sin encontrarme, buscando terminar mi preparación para poder tener las fuerzas de seguir conquistando y luchando por lo que queda de la tierra. Aquí termina la vida y empieza la supervivencia.
Ok, por que este cuento?? Veran este cuento lo escribi cuando mi maestro de literatura lo ordeno xD y lo único que no es mio aquí es el titulo y Araziel... hoy hable con él y aun no logro saber que siento por él... pero de algo estoy segura, y es que no estoy segura de nada XD en fin el de la foto es el y si se entera de que la publique me lincha bye!!
Por cierto la que está al lado soy yo hace siglos y hebrios XD Se perdio todo cocepto romántico con esa foto U_U