miércoles, 14 de enero de 2009

Soledad (pequeño cuento)


Y de repente la bruma regresa a tu mente, te sientes desolada, abatida, derrotada, pero ya no puedes hacer más, esta vez ya has dado todo, sigues caminando por ese sendero de oscuridad, la lluvia comienza a caer sobre tu cuerpo, es helada, la sientes como agujas traspasando tu piel, de repente te helas, lo ves pasar; ves pasar a aquel por quién has derramado cientos de lágrimas, aquel por quien mentiste, heriste, por quien habrías dado la vida; pasa justo junto a ti, pero no se da cuenta de que aún estas ahí, de que le hablas, de que le pides que te recuerde solo un segundo, sigue su camino, no te ah recordado, ni siquiera ha vuelto la mirada a la que aun lo ve pese a todo con ojos de amor, parece que ah olvidado todo; tu corazón siente un inmenso dolor, sientes como dos cuchillas afiladas entran en tu pecho poco a poco, puedes sentir la sangre escurrir sobre tus pechos, no lo soportas, no soportas el dolor que te envuelve, así que huyes, huyes pronto de ese lugar, pero no huyes de tu dolor, huyes de ti misma, no soportas la idea de la soledad, no quieres permanecer en ese vacío por siempre. Tu huida te llevó hasta un lugar sumamente extraño, pero hasta cierto punto el único lugar donde te sientes segura, tranquila y en paz, parece conocido, recuerdas haber estado ahí antes, sin embargo tus recuerdos cada vez se van haciendo más lejanos; a tu alrededor hay árboles, muchas flores blancas, adoras esas flores blanca y su olor, recuerdas su nombre, sí, al parecer son tus flores preferidas, todo está en silencio, solo se oye la lluvia que no ha cesado de caer; empiezas a sentir un profundo cansancio como nunca antes, sigues caminado hasta que te sientas en el pasto húmedo bajo la lluvia, ya no te importa mojarte más, estas totalmente empapada, y todo en la vida te viene dando igual, así que no hay problema alguno; pasa largo rato recargada en una bella cruz, una bella cruz de precioso mármol blanco, hasta ese momento te das cuenta de que estas rodeada por ellas, todas son más o menos parecidas, tienen placas con inscripciones; volteas para ver la placa sobre la cual estaba tu costado derecho, pues la mayoría de ellas con pequeñas, no muy altas; pero antes de que lo hagas, cuando la lluvia ya había cesado, un gota de agua rueda por tu mejilla, pero no has estado llorando, tu orgullo te lo impide, además de que tiempo atrás se te había olvidado como hacerlo, por lo que volteas, es él de nuevo, ¿que hace en ese sitio?, ¿acaso será posible?, sí seguramente te siguió hasta ahí, para decirte que se arrepiente de no haberte amado como debía, de no haberte dado lo que en verdad merecías, pero ¿por que esta llorando?, ¿que ocurre?, le hablas pero no reacciona, es como si no estuvieras ahí para él, observas como deja un hermoso ramo de esas flores de exquisito aroma, se arrodilla y pronuncia tu nombre en voz baja y entre cortada, te incas junto a él, lo abrazas y lees la inscripción para averiguar por quien es que llora, te acercas un poco a la cruz, y ves tu nombre gravado con letras cursivas: “Yuridia Marin” ¿qué sucede?, no entiendes, le preguntas, lo abrazas fuertemente, pero no sientes su calidez, le gritas, pero no oyes ni siquiera lo que le dices entre sollozos, se aleja lentamente, te deja en medio de aquel llanto, hasta que su figura desaparece en aquel mar de cruces, recuerdas al fin como se llora, comprendes que siempre te quiso, pero que nunca te amó, que era tu error y no el suyo. Ahora comprendes por fin, que es en verdad la solead, mientras el pánico se apodera de ti.

1 comentario:

  1. De lujo... se me figura uno de esos cuentos k nomas se escriben porke asi lo quiere uno... de eso k dices: a huevo, a escribir... y ps sale todo de jalon (porke nomas no hay pausas ni nada, todo es tan... FUAAA!!)... cool... y espero te vaya mejor en este año :D

    ResponderEliminar